
Los cambios en varios ámbitos que determinan la condición de las mujeres se han desarrollado con creciente velocidad durante las últimas dos décadas. Aunque las transformaciones estructurales, como nos señala Fernand Braudel, se desarrollan en la larga duración, existen momentos en los cuales los tiempos históricos parecen acelerarse. En los ochenta, el grito “democracia en el país y en la casa”, acuñado por Julieta Kirkwood, era doblemente trasgresor. Julieta, “pavimentando con letras”, quería cambiar dos sistemas de opresión que afectaban a las mujeres: la dictadura militar y la discriminación de género.Hace 20 años, en abril de 1985 –año de terremotos, muertes y tristeza- moría Julieta Kirkwood. ¿Quién era Julieta? Socióloga y teórica feminista, fue una de las figuras más influyentes en la génesis y desarrollo del moderno feminismo chileno. Trabajó por la recuperación de la historia de las mujeres e investigó sobre la participación femenina en la política. Sus escritos influyeron el pensamiento de las mujeres en otros países de América Latina. Durante la dictadura militar, participó en acciones de protesta y se involucró con organizaciones de derechos humanos, e impulsó la formación del Movimiento Feminista chileno y el desarrollo de una amplia agenda propositiva para la transformación de la condición de las mujeres.En estos últimos 20 años, los cambios se fueron acelerando: no se produjo el cambio “cultural civilizatorio” que muchas hubiéramos querido, pero “la democracia en el país y en la casa” se incorporó a la agenda de la transición y, en la actualidad, muchos de los llamados temas de las mujeres son reconocidos como temas de la sociedad en su conjunto. A pesar de los “enclaves autoritarios” que se mantienen en el país y en la casa, el Chile de hoy es un país distinto y mejor al que conoció Julieta. Una parte de la agenda de las mujeres para la democracia se ha concretado y estos cambios han aumentado los grados de libertad de la sociedad: el régimen de participación en los gananciales, la patria potestad compartida, la eliminación de la figura de los hijos ilegítimos, la ley contra la violencia intrafamiliar, la consagración constitucional de la igualdad de derechos de mujeres y hombres, el divorcio, la píldora del día después, la ley contra el acoso sexual, entre otros aspectos. Todo ello, acompañado por cambios tanto en el imaginario colectivo, como en el discurso político y en la participación de las mujeres en el mundo laboral.La política, en tanto espacio donde se administra poder, ha sido históricamente un gran bastión del machismo. Las mujeres candidatas reciben un buen apoyo ciudadano; sin embargo, el “club de Tobi” de las cúpulas partidarias ha dificultado su surgimiento. Concejalas, alcaldesas, diputadas y senadoras –cada vez más escasas a medida que aumenta el prestigio y poder del cargo respectivo- deben dar generalmente su principal lucha en el propio partido.Julieta describió con precisión este duro proceso en su obra principal “Ser política en Chile” (FLACSO-Chile, 1985). Por eso mismo, reconocería hoy lo histórico y notable del hecho de tener a dos mujeres como candidatas presidenciales y saber que una de ellas seguramente será la próxima Presidenta de Chile. Mujeres competentes, con sensibilidad de mujer, que surgieron de la ciudadanía y sólo después en sus partidos.Pero queda aún mucho por hacer en la construcción de una sociedad de iguales. Tal como Julieta, muchas mujeres seguirán tejiendo rebeldías y concretando proyectos para los cambios estructurales de larga duración.
Alicia FrohmannHistoriadoraafrohmann@mi-mail.cl
No hay comentarios:
Publicar un comentario